martes, 10 de febrero de 2015

LITERATURA SIN PRETENSIONES

Hace unos meses una bloguera me dijo que sintiéndolo mucho no iba a hacerme la reseña de Quiero Bailar Contigo porque no le había llenado, ya que le parecía predecible. En ese momento le dije que no pasaba nada, ¡para gustos los colores! Pero ahora, aunque siga pensando que no pasa nada me planteo, ¿acaso no es la literatura romántica predecible? Y eso me recuerda a hace más meses todavía cuando un/a lector/a opinó de mi Angelus Domine que era una novela sin pretensiones, y poco después leí a Chloe Santana decir de no sé qué libro lo mismo, pero esta vez refiriéndose a algo bueno, dando a entender que eso es lo que nos gusta leer a las lectoras de romántica. El caso es que cuando empezamos a leer una novela rosa, sabemos de antemano que los protas acabaran juntos, no esperamos que pasen grandes cosas sino que nos hagan pasar un rato agradable leyéndola, que nos haga olvidar un poco nuestras vidas y nos haga sentir especiales. Sabemos qué pasará, lo importante es estar con esa espectativa ansiando que pase, pasando las páginas esperando el momento en el que los protagonistas se darán el primer beso, cuando discutirán, cuando sentirán celos y harán las paces para acabar con un final feliz que nos ponga a ser posible los pelos de punta. Los escritores de literatura romántica no pretendemos nada más que haceros olvidar por un rato vuestros problemas diarios, que os sintáis los protagonistas de la historia y os evada a un mundo en el que el amor es lo más importante y olvidemos si no llegamos a fin de mes por unos instantes. Si con eso quiere decirse que mis novelas son predecibles, pues sí, lo son; si con eso quiere decir que es literatura sin pretensiones, pues si a lo que se refiere es a si aspiro a ganar un premio Planeta, francamente me da igual. Solo quiero que las lectoras que me lean se sumerjan en la lectura y la disfruten, aunque sepan que chico y chica acabarán juntos, que bailen con las canciones que mis protagonistas cantan o bailan, pretendo que rían o lloren de felicidad, no más.

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